A MODO DE INVENCIÓN. PRESENTACIÓN

Aquí comienza una aventura fascinante: la aventura del saber. Ese saber que no necesita justificación ni finalidad, y que proporciona, para lo que lo saborean, un inmenso placer. Un saber que es un modo de vida, y que es más importante que los conocimientos que aporta. "Corazón tiene el que mira el abismo, pero con orgullo", decía Nietzsche. Así que... ¡Atrévete a saber!


martes, 25 de enero de 2011

Balada del mal pensado

Los lunes, su móvil azul le despertaba seleccionando una melodía no repetida en los siete  últimos días. Al entrar en el cuarto de baño para lavarse, una toallita rosa de algodón le sirve para secarse una vez hasta la próxima semana. Mientras desayuna un zumo de limón y galletas, se arrepiente de no descansar bien los domingos tras la habitual cena a solas (sin hijos) con su mujer, Lidia. ¿Por qué no descansan como hace él los viernes por la tarde en su tiempo semanal para sí mismo? ¿o los miércoles, cuando obtiene esa sensación mezcla de paz y vacío interior tras la clase de risoterapia y que le impide articular palabra durante dos horas? En lugar de eso, siempre se acaban la botella de vino y toman demasiado  postre, viendo después dos películas y haciendo una vez el amor. Tras hacerse estas preguntas, se viste con su pantalón de los lunes, sus zapatos de los lunes, y se coloca la corbata de los lunes. Por la noche leerá novela europea, este mes balcánica. No echa de menos porque, si un martes su profesora de saxo se pone enferma, siempre hay alguien que le sustituye; porque, si el amigo de esa semana con quien va a un concierto o al cine no puede asistir (tiene amigos semanales, mensuales, estacionales), cambia en su agenda del móvil el orden semanal y recurre al amigo cuyo turno era la semana siguiente. Los sábados, en cambio, son inamovibles: una vez al mes, y repartido cada siete días, va con su mujer y sus hijos a la montaña, a jugar al tenis, a la playa y al zoológico, por ese orden. A él le encanta y se divierte. Él se encuentra bien.